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Homenaje de Google | Sergei Eisenstein, el genio del cine soviético adorado y hundido por Stalin

“El acorazado Potemkin” dio fama mundial a Sergei Eisenstein, mientras que la trilogía “Iván el Terrible” precipitó su caída en desgracia.

Sergei Eisenstein ocupa un lugar de honor en la historia del cine por su audacia narrativa y sus innovadores montajes. Su talento le convirtió en el gran propagandista de la Revolución soviética en la gran pantalla, pero ello no impidió que años después cayera en desgracia a ojos de Stalin. Este lunes, 22 de enero, se cumple el 120 aniversario de su nacimiento, por lo que Google le rinde homenaje con un ‘doodle‘.

Sergei Eisenstein (Riga, 1898 – Moscú, 1948) empezó como director de teatro, pero a los 25 años quedó decepcionado por la puesta en escena de una de sus obras. A causa de ello, decidió reorientar su carrera y centrarse en el cine.

El director ruso fue un pionero en el uso del montaje para transmitir emociones a los espectadores, con unas técnicas de gran influencia en varios cineastas de Hollywood. Sus obras evitaban el individualismo para dar importancia a la sociedad en su conjunto, por lo que a menudo ni siquiera contaba en sus películas con actores profesionales.

Perfeccionista hasta la médula, su descontento con su primera gran obra, ‘La huelga’ (1924), le llevó a hacerse con la única copia que había del filme y evitar su distribución hasta después de su muerte, según detalla su entrada en la Wikipedia.

La revolución de ‘El acorazado Potemkin’

En 1925 Sergei Eisenstein rodó ‘El acorazado Potemkin’, hito de la historia del cine que le dio fama mundial. La cinta recrea el motín ocurrido en el barco homónimo en 1905, cuando la tripulación se rebeló contra sus oficiales de la Armada.

https://youtu.be/VjjoOdZHHyU

‘El acorazado Potemkin’ es una de las películas más estudiadas en las escuelas de cine por sus revolucionarias técnicas de montaje. Destaca la escena de la escalinata, en la que el pueblo es agredido sin piedad por las fuerzas zaristas.

Sergei Eisenstein, Iósif Stalin y ‘Octubre’

Su talento no pasó desapercibido para Iósif Stalin, que entonces ya era secretario general del Partido Comunista de la Unión Soviética. Consciente del poder del cine como medio de propaganda, el jerarca maniobró para que Sergei Eisenstein dirigiera una película conmemorativa del 10º aniversario de la Revolución rusa.

El resultado de la voluntad de Stalin fue ‘Octubre’ (1927), máxima expresión del montaje dialéctico y los experimentos vanguardistas de Eisenstein. El filme, costeado por el Gobierno de Moscú, también está considerado un icono de la modernidad del cine soviético.

Mala experiencia en EEUU y México

En 1930 el maestro del cine se mudó a Estados Unidos. Fue recibido como un genio en Nueva York y firmó un jugoso contrato para rodar en Hollywood, pero el anticomunismo imperante en el país fue un lastre demasiado pesado para Eisenstein.

El director ruso llegó incluso a probar suerte en México. Allí intentó producir el filme ‘¡Que viva México!’, proyecto que tuvo que dejar inacabado después de haber rodado 60.000 metros de película.

Censurado en la URSS

El cúmulo de decepciones llevó a Sergei Eisenstein a regresar a la URSS, pero en su país tampoco fue recibido con los brazos abiertos. Su estancia en EEUU le convirtió en un sospechoso para Stalin, por lo que sus dos siguientes películas fueron censuradas.

El cineasta pareció recuperar los favores del régimen comunista con ‘Alejandro Nevski‘ (1938), epopeya patriótica por la que recibió el Premio Stalin. Ese aliento le sirvió para proyectar la trilogía ‘Iván el Terrible’, basada en la figura del zar Iván IV.

Caída en desgracia con ‘Iván el Terrible’

El primer capítulo de la trilogía fue bien acogido, hasta el punto de obtener otro premio en la URSS. Sin embargo, la segunda y la tercera parte fueron prohibidas. El descarnado retrato de Iván el Terrible como un tirano cruel y desquiciado fue interpretado por las altas esferas del régimen como una crítica al todopoderoso Stalin, lo que supuso la definitiva caída en desgracia de Sergei Eisenstein.

El duro varapalo hundió al cineasta, que murió en 1948 a los 50 años debido a una terrible hemorragia tras un infarto.

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