Ayer hubo una movida de los vecinos de Gladys Cruz, atacada a golpes y azotes.Los presentes exigieron justicia. Un hermano de Gladys describió el conflicto.
Tras viralizarse el feroz ataque que denunció una agricultora de la Puna salteña, vecinos de la comunidad de Las Cuevas dialogaron ayer con El Tribuno para dar su parecer sobre un conflicto particular entre dos familias vecinas por cuestiones de límites entre sus respectivas propiedades.
Ese conflicto derivó el miércoles 26 en una denuncia que hizo Gladys Cruz. Dijo que fue brutalmente atacada. Ella es una agricultora y ganadera de subsistencia.
Una veintena de vecinos se dieron cita en las alturas de Las Cuevas, paraje La Encrucijada, donde habita Gladys para apoyarla en su reclamo por justicia.
Cabe recordar que no se trata de un problema sobre las tierras en sí, sino en una delimitación de los espacios de cada comunidad. Ella asegura ser una “originaria”.
El Tribuno dialogó ayer con Policarpo Gerón, quien se adjudica el título de “cacique” de la comunidad. Contó que mucho tiempo sabían de este conflicto y que por él intercedieron entre las partes, pero que nunca pudieron pensar siquiera que terminaría en una horrible e incalificable agresión física contra una mujer sola, que habita en una casa de adobe erigida en una ladera escarpada y a la vez protegida de los vientos insondables de la Puna.
“Estamos aquí para que se haga justicia, para que Gladys pueda volver a sembrar y a criar sus animales tal cual lo realizaba en los últimos años sin tener que vivir con el Jesús en la boca o bajo amenazas”, afirmó el hombre.
En tanto, otros vecinos de la mujer agredida dijeron que allí todos se conocen, porque las familias habitaron ese lugar desde más de cien años.
Los vecinos supuestos agresores no pertenecen a esa comunidad. “Sostienen que son propietarios de toda esa zona llamada La Encrucijada y no es así”, dijeron los vecinos. Más allá de la disputa de la tierra, consideran que se debe investigar la denuncia.
No es la primera vez que aparecen denuncias cruzadas en la Puna por problemas de dominios.
Ayer la casa de Gladys estaba completamente cerrada con candados, rodeada de naturaleza sin par y con un ruidoso río que corre por debajo de la escarpada ladera que sostiene ese hogar de la Puna salteña.
Más arriba otras construcciones de adobe y cardón están en mal estado y los vecinos explicaron que son esas piezas las vandalizadas por los vecinos, que pretendieron en otros tiempos destruir todas las casas construidas por los padres y abuelos de Gladys, en distintos niveles, una casi sobre otras.
Santos Cruz, hermano de la mujer agredida, dijo a El Tribuno que el problema de los límites es de vieja data. “Nosotros delimitamos con una muralla de cientos de metros ladera abajo lo que nos separa del vecino, y la parte más alta de los cerros intentamos poner un alambrado para que no pasen los animales a comerse los sembrados, toda esa obra fue destruida, después nos rompieron la casa de nuestros abuelos y la de nuestros padres y la reconstruimos en parte.
Personalmente intenté zanjar esto por las buenas, pero ya ve, pasó a mayores a pesar de interminables denuncias, incluso falsas de estas personas.
“Hoy esperamos como comunidad que finalmente se ponga coto a la violencia, sobre todo sobre una mujer sola, que se capacitó en agricultura de montaña, que está estudiando ingeniería agronómica y que lucha sola desde la muerte de nuestro padre, ella quiere trabajar en paz y ya ve no la dejan”, dijo.
La agricultora nativa Gladys Cruz denunció el miércoles 26 que un grupo de tres mujeres vecinas le echaron los perros cuando ella intentó alejar un rebaño de ovejas y cabras de sus rastrojos. Las mujeres -entonces- le dieron alcance y le propinaron una salvaje paliza a golpes de todo tipo que la dejaron inerte y en esa indefensión le hicieron beber orina desde una lata. Al querer huir, Gladys fue perseguida o alcanzada por el abuelo y padre de una de las agresoras y con un cable y un lazo la azotó hasta dejarla casi inconsciente.
La mujer ayer fue asistida por psicólogos y médicos tras conocerse de manera viral la dimensión del castigo indigno de humanidad.
El lugar del hecho
La martirizante historia que escribió Gladys Cruz mostró la endeble línea de la subsistencia en las alturas de la Puna salteña.
Un conflicto de límites, el cerramiento de los pasos de los animales que antes podían pastar por las extensas vegas o laderas de la Puna generó la disputa.
Las intenciones de la agricultora de emprender una economía basada en los cereales nativos, la papa andina y verduras orgánicas, le generó el recelo, según expresaron los lugareños.
La técnica en agronomía, artesana y productora dijo a El Tribuno: “Me capacité para seguir labrando la tierra de mi padre, yo solo quiero trabajar y poder vivir dignamente de los frutos de la tierra”.