El foco de muchos medios internacionales estuvo puesto esta semana en los peligros que podría afrontar una persona de la comunidad LGTBI+ si decide asistir como espectador al Mundial de fútbol de Qatar dentro de menos de un año. Pero lo cierto es que las “muestras de afecto” no serán solo un problema para una persona gay. Potencialmente, lo serán para todos.
“Ellos (los homosexuales) vendrán a Qatar como aficionados a un torneo de fútbol. Pueden hacer lo que haría cualquier otro ser humano. Lo que digo es que Qatar, desde el punto de vista de la demostración pública de afecto, es conservador”.
La frase es de Nasser Al Khater, jefe del comité organizador de Qatar 2022, a CNN.
Más allá del crecimiento exponencial -en lo económico y a nivel de imagen mundial- del pequeño emirato en el Golfo Pérsico, hay aspectos en los que el país está sumamente atrasado: la homosexualidad es ilegal en Qatar, y las penas contemplan desde la prisión hasta la muerte, aunque organizaciones especializadas señalan que no hay datos de que esto haya sucedido.
Pero está prohibida. Y tampoco se permiten las “muestras de afecto” en general. Si un hombre o una mujer besa a su pareja en un espacio público, sea hombre o mujer, puede meterse en serios problemas.
Es cierto que los hoteles internacionales y sus bares suelen funcionar casi como una zona “extraterritorial”, pero los visitantes deberían cuidarse mucho de dar rienda suelta a su pasión en las calles. Es decir, de besar a su pareja.
Así, la fiesta del fútbol será una fiesta extraña, una fiesta con la pasión amordazada.
El tema se perfila como una piedra en el zapato de Qatar en los próximos meses, al igual que las denuncias de trabajo esclavo o en condiciones inaceptables. El gobierno de Doha asegura haber hecho importantes progresos en ese sentido, pero organizaciones internacionales de defensa de los derechos humanos creen que no es así.
Todo un problema, también, para Gianni Infantino, presidente de la FIFA y miembro del Comité Olímpico Internacional (COI). No es un Mundial que haya “elegido” él -la sede se otorgó en 2010, durante la presidencia de Joseph Blatter-, pero él es hoy el máximo jefe del fútbol mundial, la responsabilidad es inevitablemente suya.
Y si Lewis Hamilton mostró su apoyo a la comunidad LGTBI+ durante el reciente Gran Premio de Fórmula 1, el australiano Josh Cavallo, futbolista del Adelaida United, dijo hace pocos días a “The Guardian” que no se sentiría seguro en Qatar. Cavallo saltó a las primeras planas semanas atrás al declararse gay, primer futbolista de relevancia en Australia en hacerlo.
“Leí algo parecido a que (ellos) aplican la pena de muerte a los homosexuales en Qatar, así que es algo que me da mucho miedo y no me gustaría ir a Qatar por eso”, dijo.
“Y eso me entristece. Al fin y al cabo, el Mundial es en Qatar y uno de los mayores logros como futbolista profesional es jugar por tu país, y saber que es en un país que no apoya a los gays y que pone en riesgo nuestra propia vida, eso sí me asusta y me hace replantearme: ¿es mi vida más importante que hacer algo realmente bueno en mi carrera?”
Al Khater dice que no, que esa no es la forma de ver el Mundial de Qatar 2022.
“Nadie se siente amenazado aquí, nadie se siente inseguro. La idea de que la gente no se siente segura aquí es falsa. Lo he dicho antes y lo vuelvo a decir, todo el mundo es bienvenido aquí… todo el mundo se sentirá seguro aquí. Qatar es un país tolerante. Es un país acogedor, es un país hospitalario”.
Increíblemente, y aunque es cierto que Qatar es en los hechos un país mucho más tolerante que la mayoría de sus vecinos, un simple beso en la calle podría desmentir esa frase.