A la comunicadora popular y feminista le destruyeron sus instalaciones, la amenazaron y ahora le interfieren la señal.
“Yo jamás fui empleada del Estado y de a poco construí mi medio de sustento. A pesar de que en mi vida viví tristes historias, aquí estoy dando batalla para que el abuso de poder no me deje sin el sustento”, de esa manera Noemí Díaz graficó la pesadilla que sufre desde hace un tiempo cuando sistemáticamente comenzaron las amenazas, las interferencias, el sabotaje de sus equipos y ahora -finalmente- la superposición de señal en el 97.9 del dial, radio “Todos”.
Noemí -llorando- descargó su impotencia e hizo un racconto de todas las cosas que vivió en los últimos tiempos, incluida la violencia de género en contra de su persona, la supuesta persecución a su medio de comunicación y los innumerables sabotajes que sufrió casi sistemáticamente, dijo.
La denuncia
Noemí relató que el 11 de noviembre le sabotearon los equipos y le quemaron dos. Ella, a pesar de todo el costo que esto representa, en 20 días volvió a salir al aire, con programas de tinte social, incluso uno que tiene como conductora a una mujer trans.
“El 26 de noviembre volvieron a sabotear los equipos y empecé a pensar que se trata de una operación de censura, sin contar que durante este tiempo recibí cartas documento de una persona que ansía tener mi señal. Me amenazaron, incluso con hacerme desalojar de mi propio local”.
“Toda esta violencia no puedo soportarla más, porque las infinidades de denuncias que hice ninguna tuvo respuesta de la Justicia. Acaso esto no es violencia contra la mujer?, o será que las mujeres no podemos tener un medio y darle voz a quienes no la encuentran por ninguna parte. Acaso en esta provincia todo va hacia el discurso único, a silenciar a aquellos que necesitan. Yo fui y soy una mujer perseguida, que sufrió horrores, fui violada a los cinco años. Soy hermana de Néstor Miguel Díaz, secuestrado en agosto de 1976 en calle Arenales y Juramento y desaparecido hasta el día de hoy. Nunca obtuve justicia. A mi edad, por lo que sufrí, el Estado debiera dejarme trabajar, proteger mi fuente de ingreso y mi integridad de aquellos que se esconden detrás del dial para silenciar una voz de mujer libre. Me dan vergüenza”, dijo.
Fuente: El Tribuno