MILEI TODAVÍA NO PERDIÓ

Por: Juan Martín Ramos Padilla

El 3 de septiembre publiqué un artículo titulado MILEI NO GANÓ NADA que arrancaba así: “Para romper esa sensación de desesperanza tan reproducida por estos días respecto al panorama electoral, voy a analizar algunos números del escrutinio (…) y demostrar que las chances de Unión por la Patria de ganar las elecciones son muy superiores a lo que el clima imperante de estos días propone”.

También señalé en ese artículo: Juntos por el Cambio no tiene chances de llegar al balotaje” y sostuve que era “altamente esperable que la elección no se defina en octubre y que haya un balotaje entre Milei y Massa”.

Ahora, a 3 semanas del balotaje, considero que es un error pensar que la elección está ganada. Es posible ganarle a Milei, pero para que eso ocurra, hay mucho trabajo por hacer. Analicemos nuevamente algunos números, empezando por el nivel de participación.

En el artículo anterior dijimos: “Es esperable que la participación aumente entre un 3 y un 10 por ciento en octubre. Así fue. La participación aumentó un 7,2 % y subió del 70,45 % en agosto al 77,65 % en la elección de la semana pasada”.

¿Qué pasará con la participación en noviembre? Es esperable que quienes no votaron en octubre, tampoco lo hagan dentro de 3 semanas. El único antecedente de balotaje que tenemos en la Argentina, es el de 2015. En esa oportunidad, no hubo nuevos electores activos, sino que la concurrencia a las urnas fue muy similar a la de la elección general del mes anterior y bajó levemente, del 81,07 % en octubre a 80,77 % en noviembre. Es decir que participó 0,30 % menos.

Sería lógico que la conducta se repita, y que por lo tanto, la cantidad de votos emitidos no supere los 27.504.475.

Por otro lado, es lógico suponer que:

Quienes votaron a Massa, volverán a votar a Massa.

Quienes votaron a Milei, volverán a votar a Milei.

Y quienes votaron en blanco, volverán a votar en blanco.

Los votos afirmativos, de octubre (aquellos que no fueron ni blancos ni nulos), fueron aproximadamente 26.683.467. (Los números son aproximados porqué aún no conocemos los resultados del escrutinio definitivo).

Por lo tanto, teniendo en cuenta las premisas señaladas hasta ahora, podemos afirmar que el candidato que alcance la mitad más uno de esa cifra, será electo presidente: 13.341.734 votos aseguran una victoria. 13.341.734 es el número mágico.

Milei necesita 5.339.922 nuevos votos para alcanzar el número mágico.

Massa, que arranca de un piso más alto, necesita 3.552.026 nuevos votos para alcanzar el número mágico.

Si bien Massa parece estar más cerca de la meta, hay una dificultad: Patricia Bullrich es la nueva aliada de Milei. Y la suma de los votos obtenidos por los dos aliados supera por más de un millón de votos el número mágico.

Incluso si hiciéramos un análisis muy optimista, y supusiéramos que absolutamente todos los votantes del FIT y absolutamente todos los votantes de Schiaretti se inclinarán por Massa, aun así faltarían todavía más de un millón de votos para alcanzar el número mágico.

Por lo tanto, Massa está obligado a captar más de un millón de votos de quienes vienen eligiendo a Juntos por el Cambio.

Juntos por el Cambio logró unos 6.360.532 votos en octubre. Medio millón menos de los 6.895.941 que había sumado en la Paso.

Podríamos suponer que Bullrich retuvo la totalidad de los 4.140.027 votos que ella obtuvo en las Paso, y a ellos logró sumarle 2.220.505 de los 2.755.914 votos que había obtenido Rodríguez Larreta.

En otras palabras, podemos decir que el caudal electoral de Bullrich se divide en votos duros, que son los 4 millones que la vienen eligiendo desde las Paso, y un voto blando, que la eligió en octubre pero que no la había elegido en agosto, y que representa algo más de 2 millones de votos.

Esos dos millones de sus votos blandos son sustanciales para ganar la elección.

Es acá donde insisto con algo que ya planteé en el artículo anterior: “Aquellas personas radicales o de origen radical (…), deben ser convocadas. Las ideas de somos la vida, somos la paz y con la democracia se come, se cura y se educa de Alfonsín, su apego a la defensa de los derechos humanos, la defensa de la educación pública y la reivindicación de la reforma del 18 son absolutamente incompatibles con las ideas de Bullrich, Milei y Villaruel”.

No alcanza con recordar que Milei le pegaba a un puching ball con la cara de Alfonsín. Hay que profundizar el debate de ideas. Mañana se cumplen 40 años del triunfo de Don Raúl en las urnas y la recuperación de la democracia en 1983. Hay ahí una oportunidad importante para poner sobre la mesa cuál de las dos propuestas en pugna tiene alguna cercanía con el ideario de la Unión Cívica Radical y cuál no. La respuesta es fácil. Hagamos la pregunta.

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