El pasado 13 de diciembre, la tranquila comunidad wichí de Betania se convirtió en una escena de horror. El hallazgo del cadaver de una joven de 17 años abusada sexualmente, brutalmente golpeada y finalmente ahogada por su cuñado y primos despertó la indignación de los pobladores.
Edith Antonia Román, fue encontrada sin vida en una zanja cercana a la comunidad La Gracia.
Reynaldo Román, padre de la víctima y cacique de Betania, expresó su dolor en diálogo con InfoSalta. “Son más los implicados y la justicia aún no actúa. Nadie de la fiscalía se comunicó conmigo, pero voy a luchar. No voy a parar hasta que todos paguen por lo que le hicieron a mi hija”, afirmó.
La noche del 12 de diciembre, Edith salió con su prima hacia la comunidad La Estrella para visitar a unos familiares, como solía hacerlo. La joven vivía con su hermana mayor en tiempo de clases.
Según relató la prima, se encontraron con un grupo de hombres entre los que estaban el cuñado de la víctima y dos primos.
Alrededor de las 4 de la madrugada, la principal testigo se fue con su novio, dejando a Edith con los varones. Horas después, su cuerpo fue hallado desnudo, con signos de una violencia indescriptible: golpes, huesos fracturados y heridas defensivas que indican que luchó hasta el final.
Los detenidos por el crimen son Javier Gómez, de la comunidad 24 de Julio; Segundo Erazto, Pisco Sergio y Pisco Joaquín, de la comunidad La Estrella. Uno de ellos es menor de edad y fue trasladado al Centro de Menores de Tartagal.
Durante el interrogatorio, uno de los acusados presentaba rasguños, una prueba más de la resistencia de Edith ante el ataque.
La impotencia de una comunidad olvidada
El femicidio de Edith expone una realidad alarmante que afecta a las comunidades indígenas: la combinación de alcohol, drogas y violencia de género.
“Hay que hablar de estos temas. La bebida, el alcohol y la droga están destruyendo a nuestras comunidades”, advirtió su padre InfoSalta, quien ha asumido una doble misión: buscar justicia para su hija y visibilizar una problemática silenciada.
La saña con la que fue asesinada Edith conmocionó a Santa Victoria Este. Sin embargo, el silencio institucional persiste. La Fiscalía, a cargo de Ariel Vega, aún no ha ofrecido respuestas claras ni un contacto directo con la familia Román, según palabras del cacique.
La falta de acción y la demora en la investigación son un reflejo del abandono que sienten las comunidades indígenas cuando se enfrentan a la justicia.
La comunidad de Betania y otros pueblos originarios han comenzado a organizarse para exigir justicia por Edith y por todas las mujeres que sufren violencia en silencio. “No quiero que otra familia pase por lo mismo. Mi hija merece justicia y no voy a descansar hasta que la consiga”, reiteró Reynaldo.
El femicidio de Edith es más que un crimen aislado; es el reflejo de una deuda histórica con los pueblos originarios y sus mujeres, quienes siguen siendo invisibilizadas y vulnerables a la violencia más atroz.