La morosidad en los créditos a familias alcanzó en septiembre de 2025 su nivel más alto en al menos 15 años y se consolidó como uno de los principales focos de fragilidad del sistema financiero. Así lo reflejó el último Informe de Bancos del Banco Central (BCRA), publicado el 20 de noviembre, con datos a septiembre, que mostró un deterioro generalizado del crédito al sector privado, con un impacto más profundo en los hogares que en las empresas.
Según el informe, el ratio de irregularidad del crédito al sector familias volvió a acelerarse y pasó del 6,6% en agosto al 7,3% en septiembre. El incremento fue de 0,7 puntos porcentuales, equivalente a un aumento del 10,3%, y representó un volumen de deuda impaga estimado en $4,07 billones.
El economista Alejandro Sangiorgio advirtió que este comportamiento no responde a un fenómeno aislado. En la práctica, la morosidad familiar se triplicó en comparación con el nivel registrado un año atrás, lo que sugiere un desajuste de carácter estructural entre el elevado costo del financiamiento y la pérdida sostenida de ingresos reales de la población en un contexto de inflación persistente.
El dato de septiembre marcó además el undécimo incremento consecutivo del indicador de atraso en los pagos de los hogares, una secuencia que se extiende desde noviembre de 2024. Con este resultado, la morosidad familiar alcanzó su máximo desde que el BCRA comenzó a medirla de manera sistemática, en enero de 2010.
El deterioro, sin embargo, no fue homogéneo entre las distintas líneas de crédito. Mientras los créditos prendarios mostraron una suba moderada, con una morosidad del 4,5% (+0,2 puntos), y los créditos hipotecarios se mantuvieron relativamente estables, con un bajo nivel de incumplimiento del 0,9%, las mayores tensiones se concentraron en los préstamos personales y en las tarjetas de crédito.
En el caso de los préstamos personales, el índice de morosidad trepó al 9,1%, el nivel más elevado entre las líneas destinadas a los hogares. El stock de deuda en situación irregular alcanzó los $1,69 billones, tras un aumento de 0,9 puntos porcentuales respecto del mes anterior, y se ubicó 2,7 veces por encima del registro de un año atrás.
Las tarjetas de crédito también mostraron un deterioro significativo. El nivel de incumplimiento ascendió al 7,4%, equivalente a $1,46 billones, con una suba mensual de 0,7 puntos. En términos interanuales, el indicador se multiplicó por 4,3, reflejando la creciente dificultad de los hogares para sostener el financiamiento del consumo corriente.
El informe del BCRA y el análisis de Sangiorgio coinciden en que el avance de los préstamos impagos es consecuencia del encarecimiento del crédito y de la caída en la capacidad de pago de familias y empresas. En ese marco, el aumento sostenido de la morosidad aparece como un factor que puede limitar la expansión del crédito, restringir el consumo y condicionar el nivel de actividad económica en los próximos meses.
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