LA CIENCIA CONFIRMÓ QUE LAS CARICIAS Y LOS ABRAZOS MEJORAN LA SALUD FÍSICA Y MENTAL

Un estudio demostró que el contacto reduce el dolor, la depresión y la ansiedad.

Desde el primer momento de nuestra existencia, el tacto se erige como el sentido primordial en los recién llegados al mundo. Es la experiencia sensorial más inmediata y vital que nos conecta con nuestro entorno físico y social. A través del contacto físico, expresamos amor a nuestros seres queridos, brindamos consuelo a nuestros amigos y compartimos intimidad con nuestra pareja.

No obstante, el contacto físico trasciende la mera expresión afectiva; su influencia se extiende a la salud tanto física como mental, según revela un metaanálisis publicado en la prestigiosa revista Nature Human Behaviour. Esta exhaustiva investigación amalgama datos de más de 200 estudios previos, involucrando a más de 13.000 individuos en total.

Los hallazgos de este estudio sugieren que el contacto físico posee una notable capacidad para mitigar el dolor, aliviar los síntomas asociados a la depresión y reducir la ansiedad en adultos. En el caso de los niños, los beneficios son igualmente significativos, abarcando desde el estímulo del crecimiento y desarrollo hasta la mitigación de la ansiedad y el estrés a lo largo de su vida.

Estos descubrimientos subrayan el papel crucial del tacto en nuestra salud y bienestar, destacando su poder transformador no solo en el ámbito emocional, sino también en el físico, instaurando así la importancia fundamental de la cercanía física en nuestras vidas.

Al sentir una caricia o un masaje, se liberan sustancias del sistema nervioso central relacionadas con el placer como la serotonina, las endorfinas o la oxitocina. Además, se reduce la producción de cortisol, una hormona relacionada con el estrés. Un cóctel que al final contribuye a mejorar el bienestar de las personas”, dijo Pilar López, psiquiatra y decana de la facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM).

Los beneficios para la salud se potencian cuando el masaje o las caricias se concentran en la cabeza, como la cara o el cuero cabelludo.

López atribuye este resultado a la alta concentración de terminaciones nerviosas en esta área del cuerpo. Asimismo, señala que el cuero cabelludo es particularmente susceptible a manifestar tensiones asociadas al estrés, traumas o bloqueos emocionales.

Fuente: Revista Nature Human Behaviour

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