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Reforma: ¿Hay garantías contra la perpetuidad de la Corte y otros tres mandatos del Gobernador?

A poco de conocerse quiénes serán los candidatos a convencionales, reina la incertidumbre sobre qué pasará en la constituyente con las modificaciones de los artículos 140 y 156.

Los artículos citados, forman parte de los incluidos en la Ley provincial 8239, sancionada en febrero pasado en sesiones extraordinarias y en la que se declara la Necesidad de la Reforma de la Constitución de Salta. Se refieren a los límites de reelecciones del Gobernador y a los períodos de los jueces de la Corte de Justicia.

Al respecto, hay posiciones claramente expuestas tanto por el Gobernador Gustavo Sáenz, como por el vicegobernador y algunos voceros políticos del oficialismo, en todos los casos se habla de limitar las reelecciones a dos mandatos y de evitar los mandatos vitalicios de los integrantes de la Corte de Justicia.

Sin embargo, en voz de las máximas figuras políticas de Salta y del oficialismo (Gustavo Sáenz y Antonio Marocco) se presenta un escenario críptico. Ambos coincidieron en fijar una postura sobre dos mandatos como máximo para reelecciones y en contra de los cargos vitalicios en la Corte.

Sin embargo, el mandatario provincial, durante la Jornada de Derecho Constitucional, que la semana pasada organizó el Ministerio Público, aclaró que se trata de una “postura personal” pero que la decisión la tomen los convencionales que la gente elija. Algo similar manifestó Antonio Marocco hace pocas horas entrevistado en el programa Hablemos de Política: “La convención y los convencionales son soberanos”.

Por si fuera poco, el titular del Senado indicó que lo del límite de dos mandatos se aplicará desde la próxima elección, con lo cual el actual Gobierno se apresta para otro clásico salteño, mandatos de doce años. En este punto es interesante recordar que ese planteo lo viene agitando un operador político del oficialismo, el empresario Mario Peña.

En este cuadro y teniendo en cuenta el hermetismo reinante en cuanto a las propuestas de candidatos a convencionales, el escenario gatopardista es perfectamente posible (y muy lamentable, por cierto). No será la primera vez que un electo por determinada corriente de pensamiento, en su banca termine adoptando una propia o una votación “borocotista”.

Ante ello, al frente de los bloques oficialistas se observa una oposición fracturada y fragmentada que también adolece de un mensaje claro en tal sentido o peca de una llamativa ingenuidad. En este marco, la ciudadana que demanda verdadera calidad institucional hoy podría decirse que está en orfandad.

Para ello, urge una clara campaña de compromisos y con mensajes precisos en quienes sean candidatos y sobre todo en los partidos y alianzas.Opinorte

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