En un escenario marcado por anuncios de un ajuste despiadado que amenaza con liquidar a los trabajadores, surgió la figura de Olmedo paseándose en su convertible italiano, por las calles de La Rioja, presentándose como un símbolo de la casta al estilo de los años ‘90.
Sin embargo, tras escudarse en la retórica popular, el empresario del sur salteño es protagonista de un juego de intereses que levanta serias preguntas sobre la equidad en las políticas de Javier Milei y Luis Caputo.
Las controvertidas medidas de liberación de precios y estatización de deudas privadas lideradas por Caputo no solo han generado un clima de incertidumbre económica, sino que han desencadenado una serie de favores a los grandes actores, entre ellos, el sojero y actual legislador por La Libertad Avanza.
La conexión directa entre estas políticas y los beneficios que ha cosechado Olmedo con las tierras de Salta Forestal revela un entramado de intereses que deja en entredicho su tan proclamada igualdad ante la ley.
No hay que olvidarse que las tierras de Salta Forestal, un recurso estratégico, fueron condonadas al empresario denunciado por trabajo esclavo, consolidando su posición de privilegio, de esta forma amasó gran parte de su fortuna, con recursos del Estado salteño. Este hecho plantea interrogantes sobre la transparencia en la toma de decisiones y la relación estrecha entre el poder político y los intereses privados que tanto se escucharon en época de campaña por el sector libertario.
En un momento en el que la ciudadanía enfrenta las consecuencias de un ajuste draconiano, la opulencia descarada de Olmedo expone la fragilidad de un sistema que, lejos de proteger a los trabajadores, parece estar sirviendo a los intereses de unos pocos que pertenecen a la tan odiada (solo en campaña) Casta.