Policiales

Las muertes de un Sargento y un Aspirante revelan el oscuro lado de la salud mental en la Policía de Salta

Estos casos vuelven a poner en el tapete la creciente crisis de salud mental que afecta a los miembros de las fuerzas de seguridad en nuestra provincia.

El sábado comenzó con una noticia desgarradora para la Policía de Salta: el suicidio de un sargento de la fuerza, identificado como J.D.R., quien se encontraba prestando servicio en la Residencia Oficial de Finca Las Costas, donde realizaba funciones de custodia.

El cuerpo del agente fue hallado en la madrugada de ese día, con una herida de arma de fuego, en lo que todo parece indicar fue un suicidio relacionado con problemas personales.

Este trágico evento fue seguido por otro, cerrando este fin de semana, nos enteramos de la muerte de un cadete en la Escuela de Suboficiales de la Policía, ubicada en el barrio María Esther.

Si bien esta segunda tragedia aún es materia de investigación para dirimir si se trató de un accidente, un error de procedimiento o si fue intencional

Estos hechos indican que la salud mental dentro de la policía se ha convertido en una preocupación cada vez más urgente, en un contexto donde la presión emocional, la crisis económica y el estrés laboral afectan gravemente a quienes deben velar por la seguridad de la sociedad.

En este sentido, la necesidad de un cambio estructural en la atención del bienestar cognitivo de los efectivos policiales es más apremiante que nunca.

El estrés y la carga emocional de la función policial

El sargento J.D.R. llevaba más de una década prestando servicio en la Policía de Salta, pasando por diversas dependencias como la División Infantería y la Comisaría 7 de Campo Quijano. Según los primeros informes del Ministerio Público Fiscal, su muerte fue desencadenada por una llamada telefónica relacionada con temas personales, aunque aún continúan las investigaciones.

Sin embargo, las causas detrás de este tipo de tragedias requieren una reflexión más profunda sobre las condiciones laborales y emocionales de los uniformados.

En los últimos años, se ha documentado un creciente nivel de estrés y agotamiento emocional entre los miembros de las fuerzas de seguridad en la provincia.

La constante exposición a situaciones de violencia, el trabajo en condiciones precarias y extremas de presión, y el déficit de recursos para manejar el estrés, derivan en un fenómeno conocido como “burnout” o síndrome de agotamiento laboral, el cual se ha vuelto alarmante en muchas jurisdicciones.

Esta patología no solo afecta el rendimiento de los efectivos, sino que puede tener consecuencias fatales, como se evidenció en el trágico caso de Salvador Mazza, donde un policía amenazó a civiles bajo efectos del alcohol, o el reciente incidente en Grand Bourg, donde otro oficial intentó arrojarse desde una antena en un acto de desesperación.

Proyectos y medidas para prevenir tragedias

Ante esta creciente preocupación, el diputado provincial Germán Ralle presentó un proyecto de ley que establece la realización de exámenes psicológicos anuales obligatorios para todo el personal policial, como requisito para acceder a ascensos.

Esta iniciativa, que ya cuenta con media sanción, busca detectar a tiempo posibles alteraciones emocionales o psicológicas que puedan poner en riesgo no solo la vida del policía, sino también la seguridad pública.

Es fundamental que los agentes tengan la posibilidad de expresar y tratar sus problemas emocionales antes de que se conviertan en tragedias”, indicó Ralle, quien señaló que esta medida también incluirá la obligatoriedad de tomar las licencias anuales, contribuyendo a la prevención del agotamiento extremo.

Por su parte, el Comisario Diego Bustos, jefe de la Policía de Salta, avaló la propuesta, indicando que “los exámenes psicológicos no solo son necesarios para el bienestar de los efectivos, sino también para garantizar que los agentes que tienen acceso a armas de fuego y a situaciones de alto riesgo estén en condiciones de manejar el estrés y la violencia inherente a su trabajo”.

Un problema de salud pública

El suicidio en las fuerzas de seguridad no es exclusivo de Salta, ni de Argentina. En provincias como Buenos Aires, los suicidios de policías son cinco veces más frecuentes que las muertes en enfrentamientos.

Según datos de la policía bonaerense, en 2022 murieron 36 agentes por suicidio, mientras que solo 6 fallecieron en el cumplimiento de su deber. Este fenómeno se ha repetido en los últimos años, con estadísticas alarmantes que reflejan una crisis de salud mental dentro de las fuerzas de seguridad.

Diversos estudios han demostrado que las condiciones laborales, como largas horas de trabajo, falta de descanso, y la constante exposición a situaciones de violencia, tienen un impacto directo en la salud emocional de los policías.

En algunas provincias, como Santa Fe y Tucumán, se están implementando filtros psicológicos más estrictos para el ingreso y ascenso en las fuerzas, con el objetivo de garantizar que los aspirantes y los agentes en ejercicio tengan la estabilidad emocional necesaria para desempeñar sus funciones de manera efectiva y segura.

La necesidad de un cambio cultural

Los exámenes psicológicos, la creación de espacios de apoyo emocional y la promoción de licencias obligatorias para prevenir el agotamiento extremo, deben ser considerados como una prioridad dentro del Ministerio de Seguridad.

La crisis de salud mental que enfrenta la policía no es un problema aislado, sino un reflejo de un sistema que, si bien cumple una función vital en la sociedad, también necesita reconocer y tratar las necesidades emocionales de sus miembros.

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