Sociedad

Del silencio de la Puna al Aconcagua en un día: la historia del salteño que emocionó a la montaña

Desde San Antonio de los Cobres, en pleno corazón de la Puna salteña, hasta la cumbre más alta de América, Nicolás Condorí protagonizó una de las hazañas más impactantes del montañismo argentino reciente. A sus 39 años, logró ascender y descender el Aconcagua en un solo día, durante el mes de enero, un desafío que lo ubicó en un grupo reducido de deportistas de élite y le valió el reconocimiento como Montañista del Año.

El Aconcagua, con 6.962 metros sobre el nivel del mar, suele demandar expediciones de entre nueve y veinte días. Condorí completó el recorrido en apenas 24 horas, tras permanecer cuatro días dentro del parque para la preparación previa. El logro lo convirtió en uno de los pocos salteños en alcanzar este récord y consolidó una carrera deportiva que comenzó hace apenas tres años.

Criado en la altura de la Puna, rodeado de cerros y cumbres, Condorí tuvo un vínculo temprano con la montaña, aunque sin una práctica deportiva formal. En su infancia, acompañaba a su familia a buscar leña y observaba cerros como el Acay, que describía como “lo más grande del mundo”. Sin embargo, el montañismo llegó más tarde, cuando regresó a San Antonio de los Cobres y se vinculó con el Centro de Entrenamiento de Alta Montaña de Salta (CEM).

A partir de ese contacto inicial, su evolución fue rápida. Travesías en solitario, desafíos autogestionados y récords de velocidad marcaron un crecimiento sostenido que lo llevó a convertirse en referente de una disciplina que combina resistencia física, planificación y conocimiento del entorno. Entre sus antecedentes más destacados se encuentran las nueve cumbres del Nevado de Cachi, que completó en tres días en solitario, una marca inédita hasta entonces.

Durante su ascenso al Aconcagua, además de enfrentar condiciones climáticas extremas y la exigencia del terreno, Condorí asistió a una montañista polaca que necesitaba ayuda en plena ruta, un episodio que quedó registrado como parte de la travesía. La acción reflejó uno de los valores centrales del montañismo: la cooperación en un ambiente donde las decisiones pueden ser determinantes.

Uno de los factores que el propio deportista reconoce como clave en su desempeño es la aclimatación natural. Haber nacido y crecido en San Antonio de los Cobres, a más de 3.700 metros sobre el nivel del mar, le permitió adaptarse con mayor facilidad a la altura, una de las principales dificultades para quienes intentan alcanzar grandes cumbres. Aunque no sigue rutinas estrictas de entrenamiento ni dietas específicas, su vida siempre estuvo vinculada al deporte y a la actividad física.

Su estilo se caracteriza por la autogestión y, en muchos casos, la práctica en solitario. Aun así, destaca la importancia de la preparación: uso de dispositivos satelitales, estudio previo de cada recorrido y una planificación detallada antes de cada desafío. Esa combinación fue determinante para afrontar el Aconcagua en un formato poco habitual.

El premio como Montañista del Año llegó tras un 2025 que Condorí definió como extraordinario en lo deportivo y complejo en lo personal. El reconocimiento puso en valor no solo la hazaña en la montaña más alta de América, sino también su historia y su manera de entender el montañismo.

De cara al futuro, el salteño ya proyecta nuevos objetivos. Entre ellos, la posibilidad de enfrentar alguna montaña de más de 8.000 metros y realizar expediciones en países como Ecuador, Perú y Bolivia. Mientras tanto, su nombre ya quedó asociado a una de las gestas más resonantes del deporte de montaña nacional.

La historia de Nicolás Condorí resume el recorrido de un hombre que transformó el paisaje cotidiano de su infancia en un proyecto deportivo de alcance internacional, llevando el nombre de su pueblo y de Salta a lo más alto del continente.

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