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La historia detrás de un tuit viral: “Me viene naciendo un hijo de 12 años”

Un padre se animó a contar en Twitter cómo vive la transición de su hijo menor. Sus palabras se viralizaron en las redes sociales. Esta es la familia detrás de esa historia: cómo una madre, un padre, una hermana acompañan a un niño que hace tres meses les dijo:  “Soy un chico trans y quiero que me acepten como soy”.  

“Me viene naciendo un hijo de 12 años” escribió Mauro en Twitter. Mauro -platense, 42 años, técnico informático- casi no tuiteaba. Hacía poco tenía cuenta en esa red social, pero aquella tarde estaba en el auto esperando a María -docente, luthier, 37 años-, su compañera desde hace 20 años, y quiso probar. “Necesitaba aprender a decir que tengo un hijo trans, ponerlo en palabras”, dice ahora a Presentes. Aquel día, mientras volvían en el auto a su casa en La Plata, Mauro y María debatían si había estado bien tuitear eso. Si se trataba de una locura o de algo peor, de un error irreversible, de una decisión que haría infeliz a su hijo. Después se lo preguntaron a Gonzalo. Él les respondió que le parecía muy bien el tuit. Estaban educando a otros padres, dijo sin dudar. Detrás del tuit que se hizo viral estaba su historia. Y la de su transición en familia. Hace tres meses, en una merienda familiar, el hijo de 12 años -que hasta ese momento había sido la hija menor- finalmente contó a sus padres María y Mauro cuál era el motivo por el que se sentía tan triste. Después de muchas semanas sin poder dormir bien, había empezado a hacer terapia. En sexto grado había pedido que lo cambiaran de colegio. Hasta entonces, Gonzalo tenía el nombre que sus papás le habían elegido al nacer, el pelo largo y la mirada un poco apagada. Bajo la custodia amorosa de su hermana Abril, de 17 años, en esa merienda familiar de hace tres meses miró a sus padres a los ojos y les explicó: se autopercibe de manera diferente a lo que expresa su cuerpo físico. María y Mauro tartamudearon incoherencias. Él siguió: “Soy un chico trans y quiero que me llamen Gonzalo. Que me acepten así”. María y Mauro no entendieron nada de lo que escucharon. Ahora dicen que por eso, la charla no avanzó mucho más. “Uno se considera progre, pero cuando nos planteó esto, las voces de las cavernas vinieron a hablar por nosotros”, cuenta María a Presentes en el living de su casa.

“Leí la Ley de Identidad de Género y flasheé”

Gonzalo sabe casi de memoria la Ley 26.743 de Identidad de Género de la Argentina. “La leí y flashée ¡No sabía que tenía la mitad de los derechos que aparecen!”, dice. Sancionada el 9 de mayo de 2012, la Ley es pionera en el mundo por ser la única que no patologiza la identidad trans. De acuerdo al Registro Nacional de las Personas hasta hoy más de 5.500 ciudadanos tramitaron nuevos DNI. Son más de 700 sólo en lo que va de este año. Las personas menores de edad no están excluidas de ella, en línea con la Convención Internacional de los Derechos del Niño y de la Niña (y con los últimos cambios en el Código Civil). Es un paso que Gonzalo tiene por delante.

“Una niña o niño puede no estar preparadx para firmar cheques, pero sabe perfectamente quién es”, sostiene Valeria Paván, vicepresidenta y coordinadora del Programa de Salud de la Comunidad Homosexual Argentina (CHA). También destaca: la mayoría de los chicos que han expresado su identidad trans desde edades tempranas no han cambiado su autopercepción acerca de quiénes son.

“Me está naciendo un hijo donde estuvo 12 años mi hija”

Después del primer tuit, Mauro se animó a completar: “Me está naciendo un hijo en el lugar exacto en el que antes estuvo 12 años mi hija”. “Y a pesar de lo progre, de lo hippie, de lo friki, se me aflojan las piernas de pensarlo”. “Me educo, por supuesto. Con videos de youtube, charlas TED, FTM trans songs, Judith Butler y demás. Y sigo sin tener idea de cuán difícil va a ser su vida”.

Lo primero que me partió el corazón fue que hubiera elegido un nombre solo, que no me diera participación en eso. Ya sé que es una idiotez, pero no pude evitar sentir ese primer reflejo. Uno cree que le da la identidad a sus hijos”, dice María. Y cuenta que empezó terapia hace tres semanas.

“Mi hijo me explica: no nació en un cuerpo equivocado”

Ella y Mauro caminan sobre un lago congelado: “La identidad de nuestros hijos es suya, pero están a cargo nuestro porque son menores de edad. Depende de los padres cuál camino tomar: hay médicos que patologizan la identidad trans. Y otros que la acompañan. Nadie de nuestro entorno sabía qué decirnos, nos ayudaron otras personas a través de  internet.” “Mi hijo me explica que no nació en un cuerpo equivocado. Que no se va a transformar en un varón sino que es un chico trans. Tiene las cosas muchísimo más claras que nosotros y nos educa todo el tiempo. Estas ideas binarias son estructurales, por eso la Ley nos ayuda tanto: el mundo se tiene que acomodar a esto“, dice Mauro. “Nuestro parámetro es la felicidad de Gonzalo. Por más vueltas que le des con la cabeza, al final, la posta está ahí”, dice su mamá. Paván lo explica desde su experiencia con tantas historias: “La transición no la hace solamente el niño o la niña sino todo su entorno. La familia, la escuela y todas las instituciones con las que deben interactuar durante su vida. Las expresiones infantiles de las personas trans que tienen más de 40 años fueron calladas por métodos represivos impuestos por sus entornos, incluso, hasta el suicidio”. No hay una nueva generación de niños trans, hay una nueva generación de padres y madres que escuchan a sus hijos e hijas y les dan curso a sus manifestaciones. En una primera etapa, padres y madres viven el duelo de quién fue su hijo o hija: “Pero lo transitan rápidamente, porque se trata de habilitar las condiciones para que su hijo o hija pueda ser quien verdaderamente son“, dice Paván. “¿Qué hacemos con nuestros recuerdos?”, se preguntó varias veces María. “No les pido que cambien sus recuerdos”, le responde Gonzalo en voz alta ahora, y mira hacia el techo con ese fastidioso gesto típico de los adolescentes, como si una vez más tuviera que responder una obviedad. Su hermana -un apoyo crucial- mira a sus padres con la misma expresión pero no dice nada, como si supiera que solo resta esperarlos. María y Mauro se ríen y dicen que cuando ponen esas caras es porque dijeron una idiotez. “Las personas piensan que hay sufrimiento en esto y no es así. Yo la estoy pasando bien, antes era infeliz. Entiendo que hacen lo mejor que pueden”, les dice Gonzalo.

Transicionar en la escuela

Mauro cree que su hijo siempre fue como quiso ser y que el problema empezó cuando aparecieron las divisiones por género, por ejemplo, en la escuela, donde separaban varones de mujeres para diferentes actividades. El primer día de clases, Gonzalo se presentó así en una carta: “Me llamo (su nombre de nena) pero mis amigos me dicen Gonzalo.” El director lo llamó y en privado le dijo que desde ese mismo momento, todos en la institución lo llamarían como él quisiera. Que iban a corregirlo en los registros y así fue. Después llamó a sus padres para decirles que él es el primer alumno trans en la institución y que habían estado estudiando la Ley para aplicarla. También les dijo que la escuela trabaja con los valores de los alumnos, y que el género no es un valor. El miedo de los padres al costo social de ser trans se fue disolviendo en gestos como estos, y en la contención que reciben de otros padres y madres. Pero también cuentan que a veces su hijo vuelve de la escuela con bronca. Se queja porque lxs chicxs de su edad no hacen el esfuerzo de nombrarlo “él”. María y Mauro le piden paciencia, o que los empiece a nombrar en femenino para ver si pueden ponerse en su lugar.

Ser padres hoy

Bárbara Magarelli es la mamá de Facha, un niño trans de 12 años que, cuando tenía cuatro, le dijo: “La cigueña se equivocó, soy un nene”. En 2014, Facha fue el primer niño trans en conseguir el cambio de género en el DNI sin controversia judicial. Un año antes, Lulú se había convertido en pionera en el mundo al lograrlo gracias a la Ley. Bárbara, la madre de Facha, está a cargo de la Secretaría de  Infancias y Adolescencias Trans y sus Familias de la FALGBT (Federación Argentina de Lesbianas, Gays, BIsexuales y Trans), donde más de 30 familias se reúnen todos los martes a las seis de la tarde.

“Contenemos más a los padres y madres de más de 40 años. Los más jóvenes tienen otra sensibilidad. De hecho, recibimos casos de menores cada vez más chiquitos“. Junto a un grupo de médicos del Hospital Pedro de Elizalde, crearon un sector especializado en infancia trans: “Hay psicólogos, psiquiatras, endocrinólogos y nutricionistas forman un cordón sanitario desde hace cuatro años. Nos falta la pata legal que nos ayude.” Bárbara y María quieren replicar el modelo en La Plata.

“El futuro es sin géneros”

La Plata, domingo, afuera el invierno dice presente. En este comedor, la recta final de otra merienda juntos. Suena una canción de Tom Henrik, un youtuber de 25 años que le puso letra y música a su transición

Tal vez fue el abrazo que acaban de darse los cuatro, o la risa de María, la intensidad de Mauro mientras canta, el baile relajado de Abril con su gatito en brazos. Gonzalo dice algo que nunca les había dicho: “El género es un espectro. Si tengo que definirme, me siento más cerca de lo que sería un varón y no me resulta un problema. No es un problema si tenés lo más importante que es la aceptación de tu familia. No los quiero confundir, pero, el futuro es sin géneros“. Y los vuelve a abrazar.

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