Sociedad

ES SALTEÑA, TIENE MÁS DE 300 BARBIES Y EXPONE EN MUSEOS

La película Barbie revivió un sentimiento nostálgico de época que personas como María, con su colección, se encargan de atesorar en la memoria. Cómo es ser coleccionista en Argentina y qué genera la mítica muñeca que mueve corazones a pesar del paso del tiempo.

María de los Ángeles Rojas vive en Salta y tiene 42 años. Es traductora de portugués y estudiante avanzada de Recursos Humanos. Organizó la Expo Barbie 60 años, el primer evento en Argentina que mostró la evolución de la muñeca a través de sus seis décadas de existencia en el Centro Cultural América de Salta y fue coleccionista invitada a la muestra Sueño de Juguetes, organizada por la Secretaría de Cultura de la provincia, donde fue la única coleccionista mujer y expuso Barbie y Mi Pequeño Pony, ambos de la década de los 80 y fabricación nacional.

“De niña no me gustaban los bebotes. De hecho, al único que me regalaron, cuando tenía tres años, le arranqué su cabeza de cuajo. Un tratamiento distinto recibió la Barbie cóctel, ‘elegantemente informal’, que había guardado en mi mente como una periodista y presentadora de TV, pero cuyo concepto era simplemente un after office”, cuenta.

Ese desdén por otro tipo de juguetes no es casual, ya que la misma creadora de Barbie, viendo objetos similares en el cuarto de sus hijos, soñó con que su creación saliera del entonces llamado “sexismo”, evitando el reduccionismo de las mujeres a la belleza o a lo doméstico. Para María, Barbie significa exactamente lo que su creadora buscaba: “Innumerables oportunidades de ficcionalización.

La Barbie que había salido de fábrica bailarina podía colgar el tutú y mutar en una guerrera que encabezaba la revolución en un reino mágico, en una hechicera poderosa y trashumante, en una emprendedora que junto a su hermana menor se ponían a hacer tartas, tortas, sándwiches y pizzas de plastilina -o de Mikit, las perlitas maravillosas-, una villana obsesionada por su juventud y belleza perdidas, una científica preocupada por la teratogénesis del nuevo milenio”, detalla emocionada.

El amor por coleccionar de María de los Ángeles viene desde antes, corre por sus venas, lo lleva en su ADN: “Mis bisabuelos paternos españoles eran cocineros de un transatlántico y en cada país que visitaban le compraban a mi papá juguetes. Él los tenía en estantes que iniciaban en el suelo y ganaban el techo. Esta colección se perdió porque mi abuelo paterno la regaló.

Por ello, José María Rojas, mi padre, ya de adulto, se volvió coleccionista de vehículos y aeronaves a pequeña escala que vendían en las revisterías. Con mi papá tuvimos una complicidad por un hobbie al que no le poníamos un nombre, razón por la cual lo llevaba a conocer las líneas de Mi Pequeño Pony, Barbie, PinyPon, Ositos Cariñosos y Frutillitas, de paso evitaba que se confundiera en los regalos navideños”, cuenta entre risas.

Este 2023 trajo una nueva sorpresa para los amantes de la muñeca y es el estreno de la película Barbie: el ‘Aquellare Rosa’, el grupo de coleccionistas en el que se descubrió como tal, tiene sus entradas para el día del estreno desde el mismo momento en que abrieron la preventa: “Estoy segura de que será una película grandiosa. Barbie va a despertar a la realidad de la Matrix, a cuestionarse el ser y el deber ser y Ken también, que siempre fue un representante de las nuevas masculinidades.

Creo que Greta Gerwig le dará una relevancia y una profundidad que jamás ha tenido, salvo en los juegos de algunas niñas, supongo”, dice.

Quizá del film espera algo de aquel incidente de los 80s que con tanta pasión describe y menciona como ‘Barbie al borde de la muerte’: “Aprendíamos que nada era irreparable en el mundo de la materia, sino que se podía restablecer en alguna medida. También las ofensas a los sentimientos ajenos, porque la vida no se trata de otra cosa que de ir enmendando, corrigiendo y reparando”, cierra.

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