
•Por: Rita C.
El contacto físico es una necesidad inherente al ser humano que va más allá de su función social. Acariciarnos, abrazarnos y tocarnos no solo nos brinda una sensación de bienestar emocional, sino que también tiene efectos positivos en nuestra salud física.
Estudios científicos han demostrado que el contacto físico tiene el poder de regular los niveles de cortisol en la sangre, la hormona del estrés. Al ser acariciados, nuestro cerebro envía señales que provocan la liberación de oxitocina, conocida como la “hormona del amor”, la cual promueve sentimientos de confianza, empatía y conexión con los demás.
Además, las caricias y el contacto físico transmiten información sutil que el lenguaje verbal no puede expresar. A través de un abrazo, una palmada en la espalda o una caricia en la mano, podemos comunicar afecto, apoyo y comprensión de una manera profunda y significativa.
Sin embargo, en la era digital en la que vivimos, el contacto físico se ha visto reducido en gran medida. El uso constante de dispositivos móviles y el auge de las redes sociales han llevado a que pasemos más tiempo tocando pantallas que a otras personas. El confinamiento provocado por la pandemia de COVID-19 ha acentuado esta tendencia, limitando aún más nuestras interacciones físicas y afectando nuestra salud emocional y física.
Es importante recordar la importancia del contacto físico en nuestras vidas y buscar maneras de incorporarlo en nuestra rutina diaria. Ya sea a través de abrazos, besos, caricias o simplemente tomándonos de la mano, el contacto físico es esencial para mantener nuestro bienestar emocional y físico. En un mundo cada vez más digitalizado, no debemos olvidar el poder sanador y reconfortante de un simple gesto de afecto.
¡Acariciémonos más y cuidemos nuestra salud en todos los aspectos!