La noticia ha conmocionado a las víctimas y a la sociedad, despertando indignación por lo que muchos consideran una burla al dolor de los sobrevivientes.
En una decisión que ha generado un fuerte repudio social, la jueza de Impugnación de Salta, María Edith Rodríguez, concedió la prisión domiciliaria al excura Rubén Agustín Rosa Torino, condenado a 12 años de cárcel por abusos sexuales gravemente ultrajantes contra dos exseminaristas y una exmonja.
Rosa Torino, quién había sido sentenciado en julio de 2021 y cumplía su condena en la Unidad Carcelaria 1 de Villa Las Rosas, fue beneficiado con este fallo bajo la justificación de razones “humanitarias”, debido a problemas de salud y su avanzada edad, ya que superó los 70 años.
Sin embargo, para la Red Nacional de Sobrevivientes de Abuso Sexual Eclesiástico, la medida es una falta de respeto a las víctimas que sufrieron tanto por los abusos como por el hostigamiento constante de miembros de la Iglesia Católica durante el proceso penal.
“Cumplir la condena en su domicilio es una afrenta a quienes hemos sido vulnerados. Exigimos que la justicia actúe en consecuencia con la gravedad del delito y que el cura Rosa Torino permanezca en una cárcel común”, reclamaron desde la organización, subrayando que los crímenes del excura deberían ser castigados con el máximo rigor, sin beneficios que suavicen su condena.
El abusador fue condenado por los jueces Maximiliano Troyano, Norma Beatriz Vera y Roberto Faustino Lezcano, quienes lo encontraron culpable de abuso sexual gravemente ultrajante por ser ministro de culto, agravando la situación de sus víctimas.
A pesar de la contundencia de las pruebas y la ratificación de la condena por parte de la Corte de Justicia de Salta en octubre de 2023, la jueza Rodríguez optó por aliviar su castigo, argumentando que mantenerlo en prisión sería “cruel, inhumano o degradante”.
Esta resolución no solo pone en duda la imparcialidad del sistema judicial salteño en casos de abusos cometidos por miembros de la Iglesia, sino que también envía un mensaje peligroso: los victimarios pueden obtener beneficios si tienen la edad o los recursos suficientes para apelar a la “humanidad” de la Justicia.
Las víctimas, en cambio, siguen esperando una reparación real que les permita cicatrizar sus heridas, mientras que el excura abusador regresa a su casa.
¿Es este el ejemplo de justicia que merecen los sobrevivientes de abuso sexual? Para muchos, la respuesta es un rotundo “no”.