Género

La abusó mientras cuidaba a su padre en el IMAC de Metán, antes manoseó a una enfermera, la clinica lo sigue recibiendo. La justicia indiferente

Una joven, cuya identidad será resguardada para evitar revictimización, denunció el horror que vivió mientras cuidaba a su padre en la ex Clínica 9 de Julio.

La madrugada del 21 de diciembre del pasado año, la metanense que se comunicó con InfoSalta para dar a conocer su caso por la falta de respuesta de la justicia y para alertar a otras mujeres manifestó que fue víctima de abuso sexual simple por parte de un hombre internado en la misma habitación que su padre, quien se encontraba en estado de inconsciencia por un brote psicótico.

Cabe mencionar que la clínica, que no cuenta con guardias de seguridad, no tomó medidas tras el primer ataque y permitió que los abusos se repitieran.

Ahora me tocó a mí, pero no quiero que le pase a otras mujeres o niñas”, expresó la joven, quien relató cómo el agresor, identificado como C.D.A., se aprovechó de su vulnerabilidad.

Según su testimonio, la primera agresión ocurrió cuando el hombre le tocó los glúteos con ambas manos. Aterrorizada, corrió a mesa de entrada para pedir ayuda. Sin embargo, un hombre que estaba en ese momento identificado como Cesar, respondió con una advertencia al abusador para que “se comporte“, sin notificar a la policía ni garantizar la seguridad de la joven.

Minutos después que el recepcionista se retirara dejándola sola con su padre inconsciente y este degenerado, volvió a ser atacada.

Hasta el día de hoy tengo ataques de pánico”, relató a InfoSalta la víctima, visiblemente afectada. Lo más alarmante es que, tras cometer los abusos, y habiendo sólo recibido un “reto“, por parte del empleado del IMAC, el hombre solicitó el alta voluntaria y abandonó la clínica impunemente, a pesar de que ya tenía antecedentes de haber abusado de una enfermera en el mismo establecimiento.

Negligencia institucional y dejo judicial

La clínica no solo desoyó los llamados de auxilio de la víctima, sino que tampoco presentó una denuncia contra el agresor, a pesar de ser un establecimiento privado con derecho de admisión. Esto permitió que el hombre, a quien la joven describe como “grande y corpulento, aunque sin una pierna, internado por diabetes “, continúe ingresando y saliendo libremente del lugar, poniendo en riesgo a otras mujeres.

Cuando la víctima presentó una copia de la denuncia en la administración de la clínica, la secretaria le respondió que “es la primera vez que algo así ocurría en ese lugar”, una declaración que contradice el testimonio de una médica y una enfermera (que había sido manoseada por el mismo degenerado), quienes se solidarizaron con la joven y fueron a pedirle que denuncie.

Según la metanense, la enfermera fue a hablarle luego de enterarse lo que había sufrido y le aseguró que “hace unos meses atrás el agresor le había tocado los pechos pero por miedo no denunció y que iba a radicar denuncia”, aunque la joven asegura que no sabe si esa denuncia se materializó.

Por otro lado, la justicia de Metán también falló en su actuar. InfoSalta al tener conocimiento del caso se comunicó con fuentes de
la Fiscalía N ° 2 que declararon
desconocer el caso” y según la información a la que pudimos acceder, el Juzgado de Violencia de Género no emitió medidas de protección ni garantizó el acceso a terapias para la joven.

La policía, por su parte, le indicó a esta metanense que “lo único que podía hacer la justicia de tomar alguna acción al respecto era imponer una perimetral“, medida que ni siquiera llegó a implementarse.

Es necesario mencionar que de acuerdo con el Código Penal Argentino, el abuso sexual simple (artículo 119) se configura cuando hay contacto físico indebido sin el consentimiento de la víctima, y las penas van desde seis meses hasta cuatro años de prisión. Además, las instituciones privadas están obligadas a garantizar la seguridad de sus pacientes, lo que convierte la omisión de la clínica en una grave negligencia.

Este caso también deja en evidencia una desprotección alarmante por parte del sistema judicial.

La falta de medidas rápidas y contundentes permitió que un depredador sexual
permanezca libre
en una comunidad donde podría atacar nuevamente, incluso a niñas.

Mi padre estaba enfermo, yo cuidándolo, y este degenerado aprovechó mi estado de vulnerabilidad para atacarme. No quiero que nadie más pase por esto”, concluyó la metanense, quien, a pesar del miedo, exige justicia.

Mientras tanto, en Metán, la impunidad sigue siendo la regla, y las instituciones encargadas de proteger a las mujeres demuestran, una vez más, su pasividad frente a la violencia de género.

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