
La semana pasada, un vecino que se moviliza en silla de ruedas, vivió una experiencia que, si bien comenzó con un acto de exclusión, terminó dejando una lección de humanidad.
En un mundo donde la indiferencia parece ganar terreno, gestos de empatía y solidaridad como el de Díaz Salomón, chofer del interno 842 del corredor 8 transversal, nos recuerdan que aún hay quienes trabajan con vocación de servicio y respeto por los demás.
Según relató Pedro Juárez, “un chofer del interno 840 le negó el ascenso al colectivo argumentando que su silla de ruedas no cabía en la plataforma”, un gesto que lo dejó desconcertado y sin opciones inmediatas de traslado.
Sin embargo, la historia dio un giro cuando, minutos después, el interno 842, conducido por Díaz Salomón, se detuvo. Este chofer no solo permitió que Juárez subiera, sino que lo ayudó personalmente con una actitud amable y desinteresada que marcó la diferencia.
“En estos tiempos, donde la indiferencia parece imperar, personas como el chofer Díaz Salomón son un ejemplo de que la buena voluntad todavía existe”, expresó Juárez en una carta dirigida a SAETA, empresa responsable del corredor 8 transversal.
Actitudes como esta no solo merecen ser reconocidas, sino que inspiran a quienes día a día enfrentan desafíos en un entorno que no siempre es inclusivo.
Juárez, conmovido y agradecido, pidió que su mensaje llegara al propio Díaz Salomón, como muestra de gratitud por un gesto que, aunque debería ser común, lamentablemente no siempre lo es.
¡Gracias, Díaz Salomón, por recordarnos el poder de la empatía!