
•Por: Teresita Frias
La espiral de violencia que se multiplica desde el poder ejecutivo hasta las redes sociales llegó a un extremo preocupante: un chico armado, amenazas en los chats de padres y una comunidad educativa en alerta máxima. La Justicia investiga.
La escena es tan inquietante como reveladora de una época signada por la violencia amplificada. En José C. Paz, en el oeste del conurbano bonaerense, un niño de apenas 12 años se filmó manipulando un arma de fuego mientras amenazaba con “meterle bala” a sus compañeros de escuela. El video, que rápidamente se viralizó por redes sociales y grupos de WhatsApp, desató el temor en la comunidad educativa, provocó reuniones de emergencia con padres, denuncias judiciales y patrullajes policiales en las inmediaciones del colegio.
El episodio ocurrió en la Escuela Secundaria Puerto Argentino N°6, ubicada en la esquina de Félix de Azara y Polonia, frente a la plaza Santa Rita. Apenas circuló el video, las alarmas se encendieron: madres preocupadas replicaron en sus grupos de chat advertencias sobre posibles ataques durante la salida del turno mañana.
“Cada vez peor estamos, gente”, escribió una de ellas, reflejando el desconcierto generalizado. Desde la dirección del colegio confirmaron que ya habían radicado la denuncia en la UFI N°19 de Malvinas Argentinas y que patrulleros custodiarían la institución durante la jornada.
El impacto fue tal que desde las autoridades educativas del gobierno provincial debieron intervenir. Desde la Jefatura de Educación Distrital informaron que, “si bien el video no fue filmado dentro de la escuela, y hasta se sospecha que pudo haber sido adulterado con mensajes amenazantes, las actuaciones fueron inmediatas y se preserva la identidad del menor involucrado. Se busca llevar tranquilidad a las familias, aunque la inquietud persiste”.
Este caso no es un hecho aislado. Hace un par de semanas en la provincia de Salta, un alumno entró con un machete al colegio donde asistía amenazando y causando pánico a toda la comunidad educativa.
Pero todos estos episodios que involucran a las adolescencias y niñeces son consecuencia de un clima de hostilidad creciente, alimentado por discursos de odio que, desde sectores del poder político hasta sus ecos en las redes, promueven una lógica de enfrentamiento constante.
Los mensajes violentos que bajan desde las más altas esferas de gobierno y son replicados fervorosamente por algunos de sus seguidores construyen un caldo de cultivo perfecto para que la violencia simbólica se transforme en violencia concreta y los primeros en consumirla son los adolescentes y niños.
El episodio de José C. Paz es claramente el impacto corrosivo de los discursos que legitiman la agresión como forma de resolver conflictos.
En una sociedad donde la violencia se consume, se reproduce y se viraliza a diario, no sorprende que un chico de 12 años pueda sentirse habilitado a empuñar un arma y grabarse lanzando amenazas.
La Justicia ahora deberá esclarecer el origen del arma, el contexto real de la grabación y determinar las responsabilidades.
Seguinos en redes para mantenerte informado.