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Lanata murió la segunda vida de Jorge Lanata, solo, viejo y enfermo

•Por: Pablo Rizzi

La vida que valía la pena el recuerdo, había muerto mucho antes, recuerdo Pagina/12 o 30, Polaroids, la presentacion de Teller, un café frente a la Rock and Pop de Belgrano.
¡Que cagada cuando se murió aquella vez!

Me da mucha bronca enorme este final. Lo conocí en su oficina de Página/12 en mi primer año de facultad, para una entrevista. Fuimos por una nota, eramos 4 o 5 estudiantes y nos ofreció gaseosas. Y lo que hablamos esa tarde sobre periodismo aún son premisas que guardo y respeto, aún en contra de aquello en que se convirtió Lanata después.

Página no es un diario de izquierda, es un diario de centro, con plumas de izquierda“. “En un país como Argentina, tan tirado a la derecha, es lógico que Página sea percibido como un diario de izquierda”.
No hay ideología en las notas, hay una agenda ideológica. Hay ideología en la selección de noticias”, y el clasico: “Soy periodista, porque no sé, y como no sé, pregunto”.

Un editor es una persona que sabe de qué hay que hablar, cuándo y cómo hay que decirlo.
Enorme editor, siempre lo dije, revistas como Página/30 guardan para mí un afecto eterno. Vuelvo a ellas a veces, a releer a Feinmann más que nada.

Pero un editor sin ética es apenas el instrumento de alguien más.

Una pena, me da mucha bronca de verdad.

Volví a hacerle una nota años más tarde, antes de la salida de su segunda novela.
Y otra más en la vieja Rock and Pop, cuando Juana Molina era invitada a la medianoche de Hora25.

Tengo aún guardados unos números de Veintiuno, Veintidós y Veintitrés, la revista con el agujero en el medio (¿a quién se le ocurre cambiarle el nombre a una revista cada año, y ponerle un agujero en el medio?), la tapa blanca del Indulto de Página/12, Cds de Hora25 con la voz de Rodrigo Fresán, los periolibros, los vídeos de cine clásico de Pagina/30, la carta a Barbarita.

Dicen que como jefe siempre fue mala persona y que pensaba sólo en el dinero.
No tuve la suerte de putearlo por eso.
Me dolió mucho el giro ideológico de Lanata, pero más el uso de la mentira para destruir tanto y de una manera tan horrible. Nunca fue Walsh, pero se pareció bastante a Charles Foster Kane.

Ahora leo que los trolls de un gobierno fascista lo despiden con gratitud llamándolo “gordo golpista“, y prefiero mil veces creer que aquel Lanata murió hace rato sin hacer ruido, y no este, que muere solo, viejo y enfermo, y a cuya memoria lo mejor que le puede ocurrir, es que lo asalte el olvido.

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