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CUENTO: “Los días de la Peste”

  • Por: Pablo Barreto 

Hacía tiempo que lo no veía, y cuando digo tiempo me refiero a la sensación de pérdida que hay cuando dejas pasar la oportunidad de estar con alguien por el solo placer de oírlo. Estaba demacrado los síntomas eran evidentes.
– Viste que barbaridad esto que está pasando – me soltó, y me despertó del engorroso silencio que me causo su estampa.
– Pero lo que más indigna es que hay una cura- dije, con la certeza que me interrogaría sobre el cómo, cuándo y por qué.
-Una revista médica público que 6 de cada 10 son portadores de la peste.

– Volví a insistir.
– Polo fue descalificada, el médico del articulo sufrió el escándalo de ser tendencia en Twitter. Ahora no se sabe dónde está.

– Se dejo caer hacia atrás como buscando un respiro, para tanto agobio, la conversación se volvió más tensa: Éramos amigos, somos amigos, pero estaba incomodo con esa situación.
Volvimos a hablar de cualquier cosa, pero la peste estaba allí, porque la negaba, porque no la asumía. La peste no era solo una enfermedad, era una sentencia, se podía salir de allí, pero una vez que ingresa en tu cuerpo. Te era imposible volver a ser lo que eras. Y todo los que te rodean se daban cuenta. Era vergonzante, era un estigma difícil de borrar. Hubo quienes llegaron a cambiar de casa o país para dejar atrás

Trate de sacarle una sonrisa y arrancarle algo de alegría. Hasta le saque una carcajada. Pero al hacerlo una gota minúscula de su saliva alcanzo mi mano.
Sentí el temor de tenerla, yo la escondí. Se dio cuenta y todo se volvió un suplicio, yo sé que él sabía, que sabía que la tenía y él sabía que, si me decía que la tenía, yo pondría de manifiesto que era un paria, un enfermo. Ya no era más humano la no era el Sr tal, era el enfermo tal. Y para no salir del estatus de sanidad, prefirió hacer lo que he visto muchas veces desde que se instaló la peste. Se violentó estallo de furia. No contra mi sino contra el mozo que nos atendía en el café.

Lo vi irse, para nunca volver, era mi amigo, pero la peste cambia a la gente, tal vez sobreviva, pero ya no será el que era, fingirá que no me conoce, fingirá que no me recuerda.

Todavía no cargo con ella, pero acaso la evitare, importa poco lo que haga se me medirá y pesara como un defecto, un excluido ni bien la porte solo cabe hacer como que no existe, a mí me va bien, ¿no me notas bien?

En una ficción muy popular el protagonista burla a la peste. Y todos se ven reflejados en él.
vas por la calle y vez a cada paso las consecuencias, pero todos parecen ignorarla, los sanos y los enfermos conviven, con él a mí no me pasa, le pasa a otro.

Para que las pintadas, para que las protestas no importan nada, no existe, por yo no la porto, y se me vas a decir que si, estas equivocado.

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