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Las “Nadies” de Salta: La legalización de la prostitución y la invisibilidad para los organismos del Estado

Este martes por La Colmena Info, en Radio Dínamo FM 100.9, entrevistamos a Daniela, una de las cinco meretrices que vivían en un ala de la casa que fue cedida por el Ministerio de Desarrollo Social de Salta a una Fundación, en Villa San Antonio.

Daniela ejerce la prostitución hace 40 años, inició como trabajadora sexual a los 14 años en su Pampa natal. Fueron las circunstancias de la vida, cuenta ella que la llevaron a vender su cuerpo por dinero. Sin embargo, a sus 54 años expresó que a su profesión la ama porque le dio la autonomía e independencia que no consiguió en otro trabajo.

No obstante, tanto ella como sus compañeras lamentaron que la prostitución no esté reglamentada porque cuando llegan a una determinada edad ya no es fácil conseguir medios económicos para subsistir sino es por el sexo. Y peor aun cuando se es cabeza de familia con hijos a cargo.

En este sentido hizo un paralelismo con Bolivia, país a donde alguna vez fue trabajar, y destacó que allí está legalizada ser meretriz ya que cuenta con un carnet, y un control médico periódico, además de la autorización para trabajar únicamente en lugares cerrados, más no en la calle.

AQUÍ EL AUDIO DE LA ENTREVISTA A DANIELA

Junto a las cinco mujeres que hoy están en situación de calle porque donde vivían fue clausurado, están buscando la manera de llegar al Gobierno para ver si encuentran una solución a lo que están padeciendo.

“A nosotras nunca nos dieron la oportunidad de hablar, somos prostitutas porque lo decidimos y se nos juzga por eso”, señaló.

Y agregó: “Si hay que pagar un monotributo, se paga, estamos cansadas de trabajar en la ilegalidad”, y añadió que la legalización beneficiará en muchos sentidos a las meretrices ya que podrán alquilar una casa para ejercer la profesión para ese fin; sus hijos no serán discriminados por ser prostitutas: tendrían asistencia en salud; podrían aportar para conseguir una jubilación; entre otras cosas.

Con respecto al alquiler de una vivienda, Daniela reconoció que trabajar en un lugar cerrado les da la seguridad que el trabajar en la calle no tienen, porque en una casa por ejemplo, cuando son muchas se apoyan entre sí, en caso de que tarde mucho o perciban algo raro que pueda estar sucediendo en la habilitación.

En ese marco, recordó que durante la gestión del exgobernador Juan Manuel Urtubey, buscó la manera de entrevistarse con legisladores y concejales pero nunca le dieron cabida.

Esto demuestra que para el Estado le es más fácil in-visibilizar a estas mujeres y sus situaciones de vulnerabilidad social. Sin embargo, el sancionarlas o amedrentarlas para que dejen de ejercer la prostitución está en boca de los funcionarios de turno, especialmente los puritanos que a la larga terminan siendo los clientes VIP.

Consultada si se siente representada por los organismos, organizaciones, o referentes de las meretrices, aseguró con vehemencia que “se trata de un slogan para el afuera”.

“Ninguna organización con el problema que tenemos nosotros se nos arrimó, lo único que hicieron fue del Polo de Mujeres hablar con dos o tres compañeras y les dieron un bolsón de mercaderías”, aseveró.

La niñez perdida y un Estado ausente

“Llegué por cosas de la vida estaba buscando trabajo, me había quedado sola a los 14 años porque mi abuela murió, yo me había criado con mi abuela, no tenía una buena relación con mi madre y decidí salir a trabajar”.

Y siguió: “Entonces busqué trabajo de niñera, en esa época era un señor que era militar, tenía su mujer y sus dos hijos, yo tenía 14 y los hijos 10 y 12 años, eran casi de mi edad, te estoy hablando de hace 40 años atrás que no tenían la viveza que tienen ahora. Antes éramos diferentes, el señor me violó, me echó a la calle, no me pagó y la mujer me dijo de que yo era culpable de que él me había violado”.

 “Y me senté en la plaza con una bolsa de ropa y una señora pasó por ahí y era meretriz y me llevó a vivir con ella, me pagaba los estudios, enfermó de cáncer, estudié en la escuela técnica en La Pampa, ella no quería que trabaje, cuando enfermó me entró la desesperación y salí a trabajar y lo elegí como un medio de vida”, contó la mujer.

Por último manifestó: “Antes no se acostumbraba a trabajar de día, trabajaba de noche, por la mañana estudiaba y me iba a cuidarla al hospital, así empecé”.

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