Salud

Exorcismo en el Hospital Materno Infantil: Un riesgo para la salud mental y un retroceso peligroso

Es urgente analizar el impacto de ciertas prácticas religiosas y cuestionar si, en nombre de la fé, estamos comprometiendo el bienestar y el futuro de nuestros niños.

Un reciente caso en Salta ha generado controversia: en el Hospital Materno Infantil, un ritual religioso habría sido realizado, exponiendo nuevamente los riesgos de emplear métodos arcaicos para abordar problemas de salud mental en la infancia.

El episodio involucró a una niña de 9 años con fiebre y vómitos, inicialmente diagnosticados como meningitis viral por el equipo médico. Sin embargo, ante la solicitud de la familia y con el aval de algunos profesionales, se permitió la intervención de un sacerdote.

El padre Loyola Pinto, uno de los dos exorcistas autorizados en Salta por el Arzobispado, participó en lo que se describe como un acto de fé que pone en entredicho la seguridad y el bienestar de los menores de edad en contextos médicos.

Aunque el hospital negó haber permitido un exorcismo, argumentando en un parte de prensa que “la asistencia religiosa brindada respetó tanto las creencias familiares como los principios científicos y éticos de la institución”, persisten serias dudas. El comunicado no aclaró completamente la influencia de las prácticas religiosas en el entorno hospitalario.

La ética en cuestión

¿Es aceptable que ritos religiosos como el exorcismo se realicen en instituciones de salud? La respuesta de los especialistas es contundente: no. Estos rituales pueden derivar en abusos físicos y emocionales severos, con consecuencias irreparables para el desarrollo psicológico de las infancias.

La participación del cura Loyola Pinto, vicario judicial del Arzobispado de Salta, genera mayor preocupación. InfoSalta intentó obtener declaraciones tanto del sacerdote como del Arzobispado, pero el silencio institucional y las restricciones eclesiásticas han alimentado el escepticismo sobre lo ocurrido.

El exorcismo, según la Iglesia Católica, busca liberar a las personas de presuntas fuerzas malignas. Sin embargo, los expertos advierten que muchos síntomas atribuidos a “posesiones” (como temores recurrentes, trastornos digestivos o conflictos familiares) son manifestaciones de trastornos psiquiátricos que requieren tratamiento médico, no rituales.

Un llamado a la regulación

La presencia de un sacerdote en un hospital público, espacio regido por principios científicos y éticos, evidencia la falta de protocolos claros sobre la intervención religiosa en tratamientos médicos.

Las autoridades deben garantizar que prácticas como el exorcismo no interfieran con la atención profesional, priorizando siempre el bienestar de los niños.

Este caso subraya la necesidad urgente de establecer límites claros entre creencias religiosas y atención médica. La salud mental infantil debe ser protegida con el mismo rigor que cualquier otra área de la medicina. Permitir prácticas no avaladas científicamente en un contexto sanitario no solo es un retroceso, sino una amenaza para las generaciones futuras.

Un peligro latente

El exorcismo, especialmente en menores de edad, ha sido vinculado a abusos físicos y emocionales graves. Ritualizar tratamientos puede involucrar golpes, aislamiento y otras prácticas extremas que comprometen la salud física y mental de los niños.

Los especialistas coinciden en que muchos de los síntomas atribuidos a “posesiones demoníacas” son indicativos de afecciones psiquiátricas que requieren intervención profesional.

En un contexto donde la salud mental infantil es una prioridad, resulta alarmante que se sigan permitiendo prácticas de siglos pasados sin base científica. De haberse llevado a cabo, este incidente no solo representa un retroceso médico, sino también un llamado de atención para proteger los derechos y la salud integral de los infantes en nuestra provincia.

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